El Desapego
“La felicidad y la desdicha dependen de cómo
afrontemos los acontecimientos, no de la naturaleza de los acontecimientos en
sí” (Anthony de Mello)
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Ilustración: Hulya Ozdemir |
Ciertamente el desapego es un ejercicio que no se
practica muy a menudo en nuestra cultura, es por eso que a muchos todavía esta
palabra les suena como algo extraño y un poco “esotérico”.
Para poder describir el desapego, primero debemos
definir qué es el apego. Según las tradiciones orientales el apego es un estado
emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado
por la creencia de que sin esa cosa o
persona no es posible ser feliz.
Si miramos a nuestro alrededor y en nuestra vida
nos damos cuenta que estamos apegados a todas las cosas: materiales,
emocionales, a las personas a nuestro alrededor, es decir condicionamos nuestra
felicidad a las circunstancias externas, y es por eso que nos frustramos y
desanimamos. Vivimos la vida en búsqueda de la felicidad pero nunca la
conseguimos de manera permanente porque la hacemos depender de personas, cosas
y circunstancias ajenas a nosotros mismos. Tanto es así que hay quienes que en
la frustración de esta búsqueda terminan creyendo que no existe la felicidad completa, sino que
es solamente una emoción que va y viene, a la que podemos acceder de modo
parcial en el tiempo, es decir que no podemos llegar a un estado total de
felicidad. En lo personal difiero de esta creencia, creo que la felicidad
completa existe, que constituye nuestro estado natural como seres humanos y que
el sentido de la vida radica en recobrar ese estado que hemos olvidado.
Es verdad
que no podemos ser felices sin las otras personas, somos seres sociales y
necesitamos de los demás y las relaciones con otros para estar completos. Sin
embargo la felicidad depende de cada uno, es un trabajo personal. Nadie tiene
la capacidad de hacer feliz a otro a menos que ese otro lo autorice y le dé un
espacio privilegiado en su vida. Muchas veces no somos conscientes del tremendo
poder que tenemos, somos amos y señores de nuestra felicidad y podemos acceder
a ella en cualquier momento, la clave está en practicar el desapego.
El desapego en lo
concreto es comprender que todo es transitorio, que nada permanece: ni las
personas, ni los afectos, ni las cosas materiales, por lo tanto que la felicidad va más allá de
todo eso, está en el presente esperando ser descubierta por nosotros momento a
momento, solo por el hecho de existir, de estar vivos, independiente de
nuestras circunstancias. Aprender a vivir en el presente disfrutando cada
minuto como si fuese el último es practicar el desapego.
El entrenamiento para
liberarnos de la ilusión del apego tiene que ver con revalorizar nuestra vida,
aprender a darle el peso que le queremos dar a cada cosa, elegir cómo queremos
mirar la vida e interpretarla a nuestro favor. Un ejercicio que frecuentemente les doy a las mujeres que acompaño es cambiar el “debo” o “tengo” por el “quiero”
y “voy”, dejar las excusas de lado,
salir de los pensamientos negativos y repetitivos para permitirnos ser felices en
el momento presente con lo que tenemos y somos ahora; esto no es “conformarse”
ni dejar de hacer planes para aspirar a ser mejores sino en aceptar y amar lo
que ya somos y disfrutar lo que ya tenemos para dejar de buscar la felicidad en
el futuro y encontrarla en el presente que es el lugar donde vive.
¡Recordemos que ya somos perfectas, el problema es que no lo sabemos!
Un abrazote para cada una,
Rosario.
¡Recordemos que ya somos perfectas, el problema es que no lo sabemos!
Un abrazote para cada una,
Rosario.
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